EGO INTERITUS

El uso desmesurado de la tecnología digital actual como medio convencional de comunicación provoca una degradación perceptual de los sucesos conforme los mensajes son replicados. Si nuestra percepción biológica es sumamente limitada, ¿qué podemos esperar de los nuevos canales que son per se una deformación de la realidad?

Pensemos por un segundo en la cámara fotográfica, misma que transforma la percepción de los volúmenes para lograr proyectar una imagen de tres dimensiones en un plano de bidimensional. El cambio en la perspectiva tanto del lente como de las pantallas que las reproducen generan una deformación en la imagen que la aleja de los hechos.

Hemos normalizado dicha deformación perceptual, a tal grado que incluso nos resulta más atractivo apreciar una imagen en alta definición, que verla en definción real, es decir, en persona, en el lugar de los hechos y en directo, con más sentidos involucrados que tan solo la vista, y posiblemente el oído.

Consumimos imágenes de manera voraz, y lo único que logramos obtener es una metarealidad de los sucesos de los que creemos estar enterados. Los procesos digitales aceleran la creación de universos falsos, y nuestra necesidad por contar con información en el acto no permiten que profundicemos en el conocimiento y los actos que realizamos.

La construcción de una metarealidad, basada en la muy sesgada apreciación perceptual de los hechos, nos limita a la aceptación de conocimiento falso o incompleto simplemente por su disponibilidad inmediata; al final, esto nos degrada como personas y seres racionales, por ende provocando el declive de la sociedad basado en mentiras y manipulación de la verdad.

Ego Interitus critica la degradación del ser humano a través de la replicación digital de discursos redundantes utilizando herramientas digitales como el video o el internet, y aprovecha la oportunidad para explotar la degradación como medio de creación digital.